martes, 17 de enero de 2012

ESPERANDO TU LLEGADA, MI AÑORADA IGUALDAD.




Querida y añorada “Igualdad”:

He pensado en múltiples ocasiones en escribirte una carta, y ciertamente no sabía por donde empezar la misma. Me lamenta haberme demorado en su confección, tal vez sea demasiado tarde. Te preguntaras, ¿Por qué te escribo?, te escribo esta carta porque te he buscado, pero no te he encontrado, llevo añorándote toda mi vida. La gente y mis allegados hablan de ti, pero no te hallo en ningún lugar. Las leyes y los políticos hablan de ti y de tu grandeza, te configuran como algo bello y maravilloso, eres idolatrada y magnificada, dicen que luchas contra la discriminación y el rechazo, pero aun así no te veo aparecer. He visto gran variedad de noticias, comentando y narrando tus logros y a veces me he preguntando porque nos has abandonado... Me gustaría que tu grandeza y tu lucha no sean simplemente eso, nada más que rumores y fabulas inventadas. Posiblemente estés muy ocupada y que tengas bastante trabajo, no lo dudo, o bien la crisis económica te haya afectado, como a los demás trabajadores, y no puedas realizar tu labor o la misma se haya visto reducida o mermada. Espero que no sean esas las circunstancias que justifiquen tu abandono. No obstante, centrándome en el asunto, nunca he conseguido ponerme en contacto contigo, y espero que a través de este escrito pueda tener respuesta, porque tienes que realizar múltiples visitas.

Sé que soy un simple ciudadano, pero antes de mostrarte mis peticiones me gustaría que supieras algo de mí porque lo estimo necesario para que me comprendas y entiendas la finalidad del escrito. Te narraré, pues, aquellas situaciones que me han motivado a buscarte y añorarte:
  •  A los cuatro años, jugaba a las muñecas con mis primas, llegaron mis tías y me expresaron: “los niños no pueden jugar con las muñecas, vete con tus primos”. SUFRÍ
  • A los seis años, los niños del colegio me insultaron llamándome “maricón” por el simple hecho de jugar con las niñas. Recibía golpes y ostias hasta mi reciente carnet de identidad. SUFRÍ
  • Con nueve años, sentí miradas y comentarios inquisitivos por bailar en un escenario: “mírale, seguro que es un mariposón”. SUFRÍ.
  • A los once años, tuve que observar como compañeros de mi clase colgaron por el colegio una foto mía con cuerpo de mujer. SUFRÍ
  • A los catorce años, una amiga me dijo: “si yo veo a dos tíos besándose en un parque vomito”. SUFRÍ.
  • Con quince años me percaté de mi condición, la rechacé y la oculté. Yo mismo me dije: “No soy normal, soy distinto a los demás”. SUFRÍ.
  • Con dieciséis años, escuche en el telediario que un chaval joven había sido violado por ser homosexual. SUFRÍ.
  • Con diecisiete años, escuche a una amiga decir: “esos son normales, los otros son gays”. SUFRÍ.
  • Con dieciocho años, saqué fuerzas y les dije a mis padres que era homosexual. Mis padres lloraron, parecía algo peor que tener una enfermedad. Mi padre me dijo: “Esto se arregla llevándote de putas” y mi madre “esto es un castigo del señor, por haberme portado mal”. Ambos me prohibieron contárselo a los demás por vergüenza. SUFRÍ.
  • Con diecinueve años, sentí la indiferencia de mis familiares, de mis hermanos por ser homosexual. SUFRÍ.
  • Con veinte años, escuche a una madre diciendo: “prefiero tener una hija puta que tener un hijo maricón”. SUFRÍ.
  •  Con veintiún años, unos amigos me comentaron que se vieron envueltos en una pelea, tras la mofa, burla y la inquisición de una pandilla de ignorantes. SUFRÍ.
  • Con veintidós años, observaba como las personas homosexuales eran penadas y castigadas con pena de muerte en ciertos países islámicos. SUFRÍ.
  •  Con veintitrés años, a un amigo mio le prohibieron donar sangre por ser homosexual. SUFRÍ.
  • Con veinticuatro años, mis amigos heterosexuales salieron de fiesta para ligar y no me llamaron por ser homosexual. SUFRÍ.
  • Con veintiséis años, mi padre me prohibió que llevara a mi novio a casa, mientras que a mi hermana si le permitió llevar al novio. SUFRÍ
  • Con veintiocho años me despidieron del trabajo, la homofobia era una característica de mi jefe. SUFRÍ.

Y todavía SUFRO y siento DOLOR. Nací de un vientre materno, solo, como los demás. Con mis dos pequeños ojos comencé a ver el mundo, aquel mundo que me ofreció y brindó posteriormente gratos y nefastos momentos. Con mis dos piernas emprendí mi rumbo en la sociedad, aquella humanidad en la que todos nos hemos visto obligados a sobrevivir y adaptarnos, a vivir y a luchar. A través de mis manos cimenté mi vida, mi futuro. Con el fluir de mis palabras intercambie ideas, sentimientos y pensamientos. Hice llorar, hice reír, lloré y sonreí, como tú… como los demás… Y a pesar de ello, ¿Por qué nos siguen mirando de forma diferente?, ¿Por qué soy distinto a una persona heterosexual?, ¿Por qué debo soportar tales situaciones, tales discriminaciones?, ¿por qué debo sufrir ese rechazo? Me observo, y puedo apreciar que mi cuerpo se encuentra conformado y compuesto por unos ojos, una boca, mis manos, las piernas, y sobre todo, un corazón, un corazón herido y dolido, roto y hundido, por el rechazo, por la discriminación, del presente y del pasado, de la sociedad y de la gente, de familias y amigos; un corazón marchito y atormentado por aquellos que no me ven como aquello que soy, un SER HUMANO, una PERSONA, como tú y como los demás, y no como un ser que debe ser apartado, rechazado y desplazado por mi orientación sexual. No soy la personificación del pecado ni ninguna enfermedad.

Me corroe la ignorancia, la impotencia y las miradas sorpresivas. Me fustiga el dolor sufrido por los de mi condición, el sufrimiento de sus allegados y la falta de empatía y comprensión. Me arrodillo ante aquellos que han efectuado tu labor, sacrificando su vida y su identidad por ti, alabando su labor como un pobre seguidor que soy. Y sobre todo, me comprometo  y espero alzar mi voz algún día con libertad y sin temor.

¡Donde estas mi querida igualdad!, ¿Acaso no me abandonaste desde que nací?, ¿Por qué eres tan grandiosa?, ¿Por qué te idolatran?, ¿Por qué has permitido que la gente sufra y muera por tu lucha? No niego que no hayas luchado por nosotros, no niego que hayas obtenido logros, y tampoco niego que hayas evitado ciertas discriminaciones, pero estoy harto de metas conseguidas en papel, estoy cansado de que te plasmen en simples documentos, quiero verte cercana a la sociedad, quiero que la gente sepa quien eres de verdad, deseo que todos conozcan aquello que propugnas y los motivos de tu mensaje, quiero que te comprendan, y sobre todo, quiero que arropes a las personas de mi condición desde que nacen.

Es cierto que legalmente tenemos derecho a no ser discriminados por nuestra condición sexual, pero no me importan las leyes, su contenido, sino su plasmación social. Lo que verdaderamente importa es que salgas a la calle, que estés entre la gente, en la familia, entre los amigos, en sus casas, en su mentalidad. SI CONSIGUES ACERCARTE A ELLOS, CONSEGUIRÁS EL FIN DE LA DISCRIMINACIÓN, ALCANZANDO TU MAYOR LOGRO: ABANDONAR EL MUNDO DEL PAPEL Y DESCENDER AL MUNDO REAL, A LA SOCIEDAD, Y SER UNA REALIDAD Y VERDAD INHERENTE EN LA HUMANIDAD. DE ESTA MANERA,  DEJARAS DE SER LO QUE ERES EN LA ACTUALIDAD, UN SIMPLE JUGUETE ROTO. Somos homosexuales, somos de otra condición sexual, pero sobre todo, somos personas, seres humanos, con derecho a no ser discriminados ni rechazados.

Comprendo que te pido una tarea bastante complicada, así como que te encuentres bastante ocupada, pero consideraba oportuno recordarte estas situaciones, esta realidad, vivida y sufrida por múltiples personas.

ESPERO TU VISITA EN LOS HOGARES Y EN LAS MENTALIDADES DE LOS INDIVIDUOS,

UN FUERTE ABRAZO, JACK COLOR, y gracias a todos aquellos homosexuales y bisexuales que me han comentado y comunicado discriminaciones de diverso tipo para expresarlas en esta entrada.