domingo, 4 de diciembre de 2011

¿COMPLETO O INCOMPLETO?





Mírame, mírate, ¿Quién eres?, ¿Quién soy?, yo soy yo, tu eres tú, ¿Quiénes somos?, ¿Qué somos?, ¿estas completo o incompleto?, nada que ya no sepáis o conozcáis, simplemente un par de individuos o sujetos integrantes de una compleja, cambiante y mutante sociedad,  pequeñas piezas de un titánico engranaje llamado planeta tierra, diminutas partículas de aquello que múltiples autores y filósofos han denominado continuamente humanidad, la hermosa e inquietante humanidad.
Cuando puedas cierra tus ojos por un momento, aquellos ojos que te han permitido siempre observar tú alrededor. Imagina y crea en tu mente nuestro planeta, ¿lo ves?, todo aquello que lo rodea nos llama la atención. Es bello, muy azul, tan apartado del universo, flotando en el vacío. Parece estar bastante solo, pero algo cubre su rasgada y antigua piel, ¿Qué es? Aparta todo aquello que te distraiga, y lo podrás contemplar. Son todas las personas del mundo,  cada uno de los habitantes del planeta azul. Coloréalos de color blanco. Son muchos ¿verdad? Unos brillan más, otros menos. ¡Qué hermosa!, la tierra parece estar cubierta de un velo discontinuo en movimiento. Míralos, como se mueven, de un sitio para otro. Es gracioso y resulta bastante bello. En algunas zonas hay miles y millones de puntos juntos. Parecen chocar entre sí ¿o no?, pero cada diminuto punto sigue su rumbo, su camino, algunos no tienen rumbo, otros están perdidos, y otros ni siquiera se mueven ¿Por qué será? Resulta algo bastante curioso, no conocemos con certeza hacia donde van, porque y con quien.
Cada insignificante punto en una zona del mundo, realizando sus quehaceres, sus labores, su vida, con sus problemas, sus agobios, sus inquietudes, aprovechando o desaprovechando su pequeño recorrido en la vida. Algunos son de orientación heterosexual, otros de orientación homosexual, y parece ser que estos últimos constituyen una menor cantidad. Pero si coloreamos los puntos de orientación homosexual de otros colores, aunque parece que hay menos, también hay, y se encuentran desperdigados a lo ancho y largo del inmenso y respetable planeta. Ahora podemos decir que  la tierra se encuentra cubierta por un velo multicolor, a pesar de la predominancia del color blanco.
Pues bien, acerquemos más la visión hacia la cubierta del planeta, y hacia sus habitantes, aumentemos el zoom (+), (+), ya... Algunos de los diminutos y perdidos puntos son círculos perfectos, pero otros tienen una forma bastante llamativa, acércate un poco a ellos, y lo podrás observar con mayor nitidez.   Ummm, que curioso y extraño… ¿Sabes qué son?, ¿Sabes que hay, además de círculos?, piezas de puzles… ¿Qué raro no? si, son piezas de un puzle de dos o tres piezas en su totalidad, la gran mayoría de ellos, claro está. Tenemos por una parte piezas de puzle y además círculos, ¿Por qué razón? Algunas de esas piezas de puzle están juntas, otras vagan perdidas, parecen incompletas, incluso algunas de ellas se encuentran algo desesperadas, corriendo de un lado para otro, ¿Por qué será?, ¿Qué buscan?, ¿Por separado se sienten incompletas? Hay tanto piezas blancas, como piezas de colores.
Esperemos un poco… a ver qué ocurre con las distintas piezas…  Al parecer algunas de las piezas de puzle se juntan, y cuando ocurre ese fenómeno, dicha unión genera una luz, parece ser que intensa, otras veces la luz se potencia, y en otras ocasiones brilla una tenue y delicada luz, a punto de quebrarse ¿Existe un amor pleno en su unión y sin ataduras?. Pero los círculos también se unen, y cuando lo hacen se crea una luz muy pura y bella, una luz que nunca había podido imaginar, una luz más intensa que cualquier unión de piezas de puzles. Al parecer se juntan más piezas y círculos blancos que piezas y círculos de colores, es de ir, más personas heterosexuales que homosexuales, posiblemente porque exista una mayor facilidad: Hay un mayor número de puntos blancos, están desperdigadas por todos lados, se encuentran más fácilmente. En cambio el número de piezas y círculos multicolores es más reducido, algunas están escondidas, otras no dejan ver sus hermosos colores. La búsqueda entre piezas y círculos multicolores parece ser más complicada y frustrante, y sus uniones más difíciles de contemplar, pero ello no os debe desanimar.
Os preguntareis, ¿Por qué algunos puntos tienen forma de circulo y otros forma de puzle?, ¿Por qué cuando se produce la unión de los círculos la luz es más bella e intensa?, ¿Soy una pieza de puzle o simplemente un circulo en este gigantesco planeta? Las piezas de puzle, blancas y multicolores, son aquellas personas que vagan por la vida sintiéndose incompletas, con el sentimiento de no yacer completas por el simple hecho de no estar con alguien, de no tener una pareja, o como dicen, de no haber encontrado a su dichosa  “media naranja”. Su luz es muy débil. En cambio, los círculos blancos y multicolores son aquellas otras personas que se sienten completas consigo mismas, realizadas personal y profesionalmente, interna y externamente, aquellos individuos que se encuentran satisfechos por ser como son y quienes son, y como no, que no se sienten vacíos por el hecho de estar solos, porque ese vacío se encuentra plenamente lleno. No descartan tener pareja, encontrarla, pero no se sienten incompletos sin ella, su plenitud personal está completamente resarcida. Esas personas despliegan por si mismas luz.
Esperad, un momento… estoy observando dos piezas de puzzle, parecen encajar, se encuentran una enfrente de la otra. Se han juntado… fascinante… que luz más pura…. Pero únicamente brillan cuando están juntas, cuando se separan están bastante apagadas, ese brillo desaparece. Las piezas de puzle por separado no aguantan la soledad, se sienten solas, vacías, sin contenido, incompletas... En otro lado se han juntado otras dos piezas, ni siquiera encajan…, y no despliegan esa luz, ¿La desesperación por buscar el amor les empujó a configurar ese encaje?, la luz que desprenden es muy débil, parece poder desgajarse o quebrarse en cualquier momento. Ahora, en cambio, veo dos círculos, ambos brillan por separado, porque no se sienten solos, frustrados o desesperados. Se van a juntar… se juntaron, la luz es impresionante. Cuando su unión se rompe, siguen desprendiendo luz…, no se sienten incompletos solos…
Pensareis, ¿A qué viene tanto circulo y pieza de puzle?  Mi intención, al mostraros esta pequeña escena, esa visión, es mostraros o comunicaros un mensaje, que como diminutos puntos de multicolor deberíais tener en cuenta en vuestro continuo devenir por el inmenso y ancestral planeta azul, en vuestro continuo camino y papel como individuos integrantes de la sociedad. No os convirtáis en piezas de puzle, no os frustréis ni desesperéis por estar solos, por no encontrar a la pareja anhelada. El azar os acercara a ella o no, nunca se sabe. Pero apartad el mito de la “media naranja”. No estáis incompletos sin pareja, vosotros mismos sois un todo, único e irrepetible, convertiros en círculos, perfectos y puros, quereros y amaos como individuos que sois, valorar vuestro alrededor, vuestro entorno, y sobre todo, como sois. Vagar por el mundo satisfechos de uno mismo, de quien sois. No necesitáis a nadie para sentiros satisfechos completamente.
A veces esa frustración, esa desesperación, esa soledad, nos lleva a convertirnos en piezas de puzles, inquietas, en continua búsqueda, equiparando la felicidad personal al hecho de estar con una persona. ¿Por qué nos inquieta la soledad?, ¿Por qué nos desesperamos en la búsqueda del amor? Es cierto que encontrar el amor en el mundo homosexual es más complicado y difícil, pero ¡No os convirtáis en piezas de puzles!, ¡convertios en preciosos círculos!, y cuando os hayáis convertido en tales figuras, cuando hayáis alcanzado la satisfacción personal, cuando os hayáis completado plenamente y encontréis a esa persona, por el azar, por casualidad, por lo que sea, vuestra plenitud individual unida a la plenitud conjunta y mutua con esa persona será la plenitud más satisfactoria que hayáis podido conocer, mucho más intensa que la plenitud creada por la unión de dos piezas de puzle, ¿Por qué?, porque no dependeréis de esa persona para ser felices, no aguantareis una relación por no sentiros solos, por no sentiros sin alguien a vuestro lado, viviréis esa relación porque queréis y amáis a esa persona plenamente, disfrutareis de una felicidad sin ataduras, pura y natural.
YACE EN LA HUMANIDAD COMO UN CÍRCULO MULTICOLOR, DESPOJATE DE LOS CARACTERES DE UNA PIEZA DE PUZLE, Y ¡OLVIDA EL MITO DE LA MEDIA NARANJA PARA ESTAR COMPLETO¡ TU ERES UNA NARANJA POR TI MISMO!, ¡NO NECESITAS QUE TE COMPLETEN!. ERES UNO, UN TODO, UNICO, SUFICIENTE E IRREPETIBLE.



sábado, 8 de octubre de 2011

¿Gallina o pollo desplumado?





Hace un par de días me encontraba paseando por la mítica calle Reyes Católicos de Granada, observando sus tiendas, caminando tranquilamente mientras la música se adentraba en mi interior por los auriculares del mp3, contemplando la avenida, sus antiguos e insinuantes edificios, y, como todos los días, me encontraba esquivando las personas que ascendían y descendían por las aceras, algunas deprisa, y otras con una tranquilidad…. demasiado desquiciante para mi gusto. Mientras descendía, paso a paso, por sus resbaladizas aceras grises, los vi, eran ellos, aquellos gais que coronaban y colonizaban la calle de Reyes Católicos, pero más que tratarse de reyes, eran los que muchos llamaban unas “reinas o reinonas”.
Llamaban la atención, eran diferentes, parecían aves, desplegando sus bellas y hermosas plumas de colores, algunas más llamativas que otras, y paseaban con una seguridad digna de admiración. ¿Su intención era llamar la atención, o simplemente captaban la atención sin desearlo?, ¿desplegaban aquellas plumas con intención, o simplemente eran inherentes a ellos mismos? Les encantaba ser como se mostraban, a pesar de que algunas personas los miraban con curiosidad, otros los ignoraban, algunos los observaban con recelo, y algún que otro se atrevía a mostrar alguna sonrisa al pasar. Eran aquellos tíos homosexuales que las personas y la sociedad definían como “gais con pluma”.
En el mundo homosexual las clasificaciones y las categorías son cada vez más amplias. Parece ser que socialmente los humanos tendemos a definir todo, y estamos elaborando una especie de catálogo de homosexuales. No nos basta el hecho histórico de que siempre hayan distinguido a las personas homosexuales y heterosexuales, con sus discriminaciones, sino que además la sociedad, y nosotros mismos, efectuamos discriminaciones dentro del grupo al que pertenecemos. De esta peculiar forma, hemos logrado crear varios especímenes homosexuales, que pertenecen a un grupo o a otro dependiendo de sus características, feminidad, masculinidad, forma de vestir, etc. No obstante, no voy a efectuar un análisis pormenorizado de todos ellos, pero si tengo que indicar que existe una primera clasificación, la más importante, de la que irradian todas las demás: “gais con pluma y gais sin pluma”, estos últimos también denominados “gais heteros”.
Este colectivo, denominado “gais con pluma” es un colectivo muy peculiar, normalmente la sociedad los asocia o equipara con personas extrovertidas, sin vergüenza alguna, en ocasiones vulgares, etc., todo ello probablemente por estereotipos televisados, aunque a veces la realidad puede ser así… A mí personalmente, no me gustan las personas homosexuales que exageran con intención su feminidad y la asocian con un carácter vulgar intencionalmente, pero lo cierto es que hay personas que son así. En cierto modo es admirable como ciertas personas con esas bellas plumas de colores se han enfrentado con la sociedad mostrándose tan y como son, tal y como desean ser, porque detrás de esa sonrisa y esa sensación de “vive la vida loca” hay personas que han sufrido, personas que se han enfrentado con situaciones difíciles y han reivindicado algo muy importante, mostrar su libertad e identidad sexual con libertad, enfrentándose a los prejuicios sociales. Tal actuación debería ser admirada y valorada por las personas, tanto heterosexuales como homosexuales “armarizados”, puesto que es una lucha continua que muy pocos homosexuales han llevado a cabo de forma tan integra. Pero ojo… con ello no quiero decir que las personas que opten por una vida discreta signifique e implique que no hayan efectuado su lucha interna y su lucha frente a la sociedad, aunque no haya sido plena. Optar por una vida discreta no significa falta de aceptación de la identidad sexual de la propia persona. Pues bien, esta “clase de gais” podrán tener mucha pluma, plumas que les acompañan al caminar, al hablar, pero esas plumas no los convierten en gallinas, en todo caso en otro tipo de ave con plumas, porque la cobardía nunca les ha acompañado, en todo caso la valentía de mostrarse tal y como son, y de luchar con esta sociedad colmada de prejuicios homofóbicos.
¿Qué sucede cuando conocemos gais afeminados? Cuando nos adentramos en redes sociales o algunos chats y comenzamos a conocer gente formulamos una pregunta típica: ¿tienes pluma?. Algunos responden que no, que son muy masculinos, otros responden sinceramente y te afirman que tienen pluma, y otros te dicen, soy un tío normal, ni un macho men ni una reinona. Esta última respuesta sería la más adecuada para muchas personas. Algunos homosexuales responden que no tienen pluma, o bien es porque lo desconocen… o bien porque no les gusta demostrar sus bellas plumas por miedo a ser rechazados. En ocasiones, una gran mayoría, las personas que poseen esas bellas plumas de colores, son rechazadas, normalmente a través de un comentario con un tenor literal parecido al siguiente: “Lo siento, busco tíos masculinos, no me va la pluma”. En cambio, aunque para algunas personas parece bastante raro, tanto para homosexuales como heterosexuales, existen gais que sienten atracción por personas afeminadas, ¡Para gustos no hay nada escrito!, ya de por si resulta extraño tío con tío, ¿no?, y tampoco resulta extraño que la mayoría de los gays tengan algún toque de feminidad. Algunos hemos quedado alguna vez para conocer a personas después de hablar con ellos por el chat o el msn, y después de haber quedado, y haber constatado que tenían pluma, hemos cesado esa amistad, y drásticamente hemos dejado de hablarles como amigos, ¿Es algo correcto?, ¿No se trata de un comportamiento algo lamentable?
Lo cierto es que tal cuestión no es criticable, es respetable que a los tíos que no les gustan los gais con pluma no quieran tener una relación con ellos, ya sea de amistad o de pareja, cada persona tiene sus gustos, sus intereses, y una vida social determinada. Al igual que a una persona le puede gustar los tíos morenos, que a una persona le guste un tío masculino se centra en una cuestión de atracción de carácter personal no criticable, ni susceptible de discriminación alguna. ¿Pero el hecho de no conocer a una persona porque tenga pluma no puede resultar ser algo discriminatorio?, ¿No se les debería dar una oportunidad aunque sea únicamente como amigos? ¿O acaso esas bellas plumas nos impide introducirlos en nuestra vida social?. Después de la discriminación sufrida por los heterosexuales hacia los homosexuales durante siglos (penas de muerte, quema en hogueras, orca, etc.), ¿vamos a fomentar los propios homosexuales que se discrimine a otros homosexuales por tener un mayor grado de feminidad?, ¿Acaso no estamos actuando como el resto de parte de la sociedad respecto a nosotros mismos?, ¿No deberíamos dar ejemplo de igualdad y no discriminación?, o puede que nuestros prejuicios sociales nos impidan dar ese paso… el paso de aceptar una amistad con una persona gay de esa clase.
Si nos gustan los pollos desplumados, ya sea para relaciones sexuales o pareja, no estamos discriminando a nadie por su condición sexual, se trata de un simple gusto personal, pero si rechazamos conocer a personas con un grado de feminidad, para una simple amistad, posiblemente estemos continuando los propios homosexuales con la discriminación sufrida durante siglos por la sociedad heterosexual. Se trata de una cuestión sobre las que todo homosexual debería reflexionar, porque ello implica que los propios homosexuales tenemos prejuicios hacia personas de nuestra misma condición sexual, algo que deberíamos intentar evitar, ¿o no?.



martes, 20 de septiembre de 2011

El Silencio… ¿un desistimiento emocional tácito?





Quien no ha escuchado nunca la angustiosa frase de un amigo o amiga que al quedar con vosotros os dice: “¡NO ME HA LLAMADO, NO ME HA CONTESTADO NINGUN MENSAJE!, ¿TE LO PUEDES CREER?  Algunos, después de comentar esa frase, lloran desconsoladamente, algunos piensan, otra vez más…, y otros están tan acostumbrados que ya ni sienten ni padecen, o al menos eso parece… Contemplas la cara de tu amigo o amiga, y observas detenidamente su rostro, ese rostro marchitado, desconsolado. Ves decepción, desilusión, en ocasiones, tristeza, incógnita, frustración, rencor, otras veces desesperación, etc. Cuantos sentimientos pueden irradiar de nuestro corazón, ¡qué barbaridad!. Múltiples sentimientos o estados de ánimos, todos ellos provocados por un simple acto: No habernos contestado una persona, no haberse comunicado simplemente con nosotros. ¿Tanto puede llegar a afectarnos ese tipo de actos, o mejor dicho, esa pasividad por otra persona en la que depositábamos cierta ilusión?, ¿Tanto nos duele que una persona desista en su proceder de conocernos?. De repente piensas, ¡otra víctima más de un desistimiento emocional tácito!… Joder… Podríamos montar una Asociación de Víctimas por Desistimientos Emocionales Tácitos, llamada AVDET, tendría muchos fondos por el número de miembros…, psicólogos a nuestra disposición… ¡Vamos a crear una!, ¿No os parece buena idea?, además, parece ser que este tipo de desistimiento está de moda…
Bueno, bromas aparte, somos víctimas, somos víctimas de gente cobarde, ¿y qué más da reconocerlo?, no nos importa demostrar que emocionalmente esa actitud por otras personas nos duele. Si esa pasividad, si el hecho de que una persona desista tácitamente de conocernos, sin dar explicación, sin decir porque, nos afecta, nos duele, es por un motivo muy simple: habíamos depositado ilusión en esa persona, y esa ilusión se ha roto, se ha desvanecido, de golpe y porrazo, como un vaso de cristal precipitándose hacia el suelo. Somos personas y sentimos, y no debemos arrepentirnos de ello, sentir es una de las cualidades más bellas que se le ha podido ofrecer al ser humano.
Este tipo de desistimiento tácito puede producirse después de múltiples y distintas situaciones, como sabemos algunos desgraciadamente, y mejor que no se produzca nunca más…o ¿mejor ilusionarnos y volver a caer?: La primera de ellas puede ocurrir cuando quedas con alguien, que no conoces, claro está, y ese momento transcurre genialmente, pero después intentas quedar otra vez y ¡parece que se lo comió la tierra!, íntegramente ¡ñam ñam!, ¿tan feos somos?...; la segunda cuando llevas quedando varios días con una persona, ves interés, vais de un sitio a otro, y zas, de forma repentina, ni te llama ni te contesta los mensajes, ¡ni te habla por las distintas redes sociales!, ¡será cabrón!: la tercera, cuando ves que esa persona te responde, os liais, hay cama de por medio…, disfrutáis al máximo, ilusión por una pareja o simplemente por tener lo que llaman un “follamigo especial”, pero también llega un momento en el que deja de llamarte…, ¿Por qué será?, nos preguntamos muchas veces; y por último, cuando estas compartiendo parte de tu vida con una persona, como si fuerais pareja, y sin saber porque, sin explicación alguna, decide romper esa situación, sin decirte nada ¡será cobarde!. Bueno, aunque sea triste, como podemos observar, las situaciones son múltiples, los desestimientos tácitos pueden aparecer en cualquier momento, en cualquier fase de una relación…, pero ¿estamos preparados?.
Conocemos a esa persona, hablamos, sentimos que congeniamos, quedamos, y luego esa persona desaparece, y aparecen en nuestra mente esas malditas preguntas, cuyas respuestas nunca averiguamos, y permanecen en blanco eternamente, o las hayamos con el paso de un largo periodo de tiempo, después de haber vivido sin respuesta, con ese silencio que nos ha matado interiormente: ¿POR QUÉ NO QUIERE CONOCERME?, ¿EN QUE HE FALLADO?, ¿Por qué ME HA DEJADO DE ESTA MANERA?, ¿ME LO MEREZCO? Empiezas a observarte, a intentar sacar conclusiones, contemplas tu físico, analizas tu forma de ser, tu propia personalidad, intentado hallar que falla, que pieza no ha encajado para que la relación obtenga frutos y persista hacia adelante. Algunos nos empeñamos en hallar esas respuestas, otros desistimos, no podemos aguantar con esa lucha interna, es superior a nuestras fuerzas, y de golpe, nuestra autoestima desciende múltiples escalones, nuestros ánimos descienden estrepitosamente. Aunque no deberíamos analizarnos personalmente, porque debemos valorarnos tal y como somos, ¿Existe alguna herramienta para evitar esas consecuencias?
Posiblemente exista una herramienta que al menos va a evitar que las victimas nos formulemos parte de esas preguntas, y consecuentemente evitar cierto tiempo de incógnitas e interrogantes: LA SINCERIDAD DE LA OTRA PERSONA. ¿Tanto nos cuesta a las personas decir o explicar porque no nos gusta la otra persona?, ¿Tan difícil resulta decir que no queremos continuar conociéndola?, ¿Tan complicado es ser sincero?, ¿Tanto esfuerzo físico o económico cuesta mandar un simple mensaje de móvil o contestar por internet, dando una explicación?  Al menos a través de la sinceridad los autores de los desistimientos tácitos podéis hacer disminuir considerablemente ese estado de búsqueda continua de respuestas en la otra persona, aunque la respuesta no nos llegue a gustar, y ¡claro que no nos va a gustar!, pero necesitamos una explicación.
Nadie está obligado a conocer a nadie, nadie está condicionado a estar de forma imperativa con una persona, nadie tiene que conocer a otra persona si no lo desea, debemos partir de estas premisas tan básicas. Pueden existir múltiples motivos para no querer seguir conociendo a una persona, entre otros, que no te haya llenado personalmente, que no te atraiga físicamente, que hayas perdido la ilusión, que tengas problemas personales, internos o externos, etc.. Entonces existe una razón, unos motivos, que no son necesarios explicar detenidamente, pero somos personas, y el mero y simple hecho de haberse conocido creo que exige un mínimo de cordialidad, ¿Tan difícil es decir, no tengo intención de seguir conociéndote?. En ocasiones una simple respuesta puede resultar suficiente.
Si alguna vez tenéis claro que la otra persona tiene ilusión en conoceros, y vosotros, por algún motivo, queréis desistir en continuar conociéndola, desarrollad vuestra empatía, y esforzaros por intentar contemplar lo que va a sentir esa persona si vais a ignorarla o no contestarla, los sentimientos que puede provocar en ella, las preguntas que se va a hacer, las respuestas que no va a hallar nunca. No debe resultar difícil practicar la sinceridad, debería ser una virtud, no un defecto, y las víctimas apreciaremos al menos esa sinceridad, aunque la respuesta no sea muy gratificante. Yo practique esa virtud, la sinceridad, en vez de desistir tácitamente, y me lo agradecieron. Evitareis un daño innecesario, desarrollareis la empatía, y sobre todo, y lo más importante para los autores de los desistimientos tácitos, para esa persona habréis sido sinceros, y aunque al principio no lo agradezcan, con el paso del tiempo, se agradece, e impediréis que esa persona se lleve en su pensamiento una mala imagen de vosotros.

Algunos lectores, podréis pensar que es algo estúpido sufrir por este tipo de situaciones. Si tenéis ese pensamiento puede ser por varias razones: Nunca nadie ha desistido en conoceros, suerte que tenéis, o simplemente, nunca os habéis ilusionado en conocer a alguien. En caso de que la causa sea esta última, lo estúpido es vivir sin haber sentido ninguna vez lo que provoca la ilusión. Incluso algunas personas se mofan de aquellos que sufren por la desilusión, por la decepción, cuando viven un desistimiento tácito. Para los que piensan eso, ¿sabéis lo que os digo?, que ojala os ilusionéis, desistan en conoceros, y sufráis, y así aprendáis de que situaciones no os tenéis que mofar. Es cierto que todo tiene un cierto grado de gravedad, y que nuestros sentimientos deben ser proporcionales a la situación vivida, al acontecimiento emocional, pero cuando hablamos de emociones, ¿Quién es capaz de medir los sentimientos?, ¿Quién es capaz de determinar cuál es el grado de emoción para cada situación?

En cuanto a la pregunta de si estamos preparados, pregunta que os hacia al principio del comentario, y teniendo en cuenta de que los desistimientos tácitos seguirán existiendo…., la mayoría de las veces no estamos preparados para abordar ese tipo de silencio, la ilusión nos ciega, no nos permite ver ningún atisbo de oscuridad, ninguna posibilidad de destrucción. Nos dejamos llevar por la ilusión, y es bello, nos gusta, pero no somos realistas, no pensamos que esa persona pueda desistir, pero a lo mejor ese pensamiento es provocado porque la otra persona no nos demuestra, en principio, lo contrario. Para no sufrir ante este tipo de situaciones, ¿Qué airbag podemos utilizar para proteger nuestro frágil corazón?, ¿Es mejor ser un iluso o ser realista?, pero si somos realistas, ¿sentiríamos la ilusión en su estado de mayor esplendor?, ¿Sentiríamos la ilusión o la perderíamos para siempre? Es decir, ¿ES MAS CONVENIENTE SER REALISTA Y NO SUFRIR, O SER ILUSO CON POSIBILIDADES DE SUFRIR?. Toda opción tiene sus ventajas e inconvenientes, hay que tener mucho cuidado. Si escogemos ser realistas, podemos perder la ilusión para siempre, y una vida sin ilusión no es vida. Si escogemos ser ilusos, ilusionistas, puede provocarnos sufrir en un gran número de ocasiones. ¿Deberíamos hallar el equilibrio o no es posible?, y si no es posible, ¿Qué opción escogerías tú?, ser realista… o ser un iluso en el amor…



lunes, 29 de agosto de 2011

¿Entrando a un coto de caza?

Era una noche fría, las gotas de lluvia se estampaban contra las aceras, resbalándose posteriormente y acariciándolas suavemente, mientras nuestros vertiginosos pasos alarmaban su melodiosa sintonía al pasar. Mirábamos el reloj, y las agujas marcaban las tres menos cuarto de la madrugada, una hora prudente para entrar en una discoteca de ambiente, aquel lugar donde las personas heterosexuales y homosexuales, estas últimas en un mayor número, como es lógico, se reunían con la finalidad de echar unas risas con las amistades, de olvidar sus penas con la bebida, de bailar hasta que el sol llamara a la puerta, de coquetear, de ligar, de probar los sinuosos labios o apetecibles cuerpos de algún o algunos de los individuos que acudían a aquel entorno, o bien, de acabar con alguien, al final de la noche, con el objeto de disfrutar de un lujurioso momento de sexo.
Tras haber caminado por las calles granadinas, y después de haber intentado evitar que las gotas de lluvia penetraran por nuestras vestiduras, protegiéndonos con nuestros paraguas, o con meras chaquetas o sudaderas, habíamos llegado al lugar esperado. Las puertas estaban completamente abiertas, de par en par, prometiéndonos diversión, esperando nuestra entrada, incitándonos a entrar, simplemente nos invitaban a pasar. Debajo de su arco, al parecer de metal, se hallaban dos hombres, los “guardianes de la tranquilidad”, los denominados porteros, cuya cara no podía ser calificada, de ningún modo, como amigable, al menos en ese momento. También podíamos contemplar desde la calle, cuyo silencio se rompía por el continuo llover,  la existencia de una fila de personas, de distinta edad, jóvenes y “maduritos”, de las cuales unas reían y otras observaban a su alrededor, cubiertas de paraguas, de distintos colores, que se introducían pormenorizadamente por la entrada de aquel lugar.
Mientras esperábamos detrás del tren caminante de personas, podíamos examinar a aquellos que estaban entrando al entorno de los colores. Algunas personas de la susodicha fila, llevaban vestiduras comunes, propias de la moda, algunos informales, otros iban lo más arreglados posibles para la gran noche, y algunos, ataviados de colorines desde los pies a la cabeza, sin pasar, como no, desapercibidos, algo que a la mayoría de ellos les encantaba. De dicho examen se denotaban con claridad las personas que por primera vez acudían a este tipo de lugar,  cuya miraba delataba su carácter de noveles, incluso la simple soledad, al no acudir acompañados, y porque no decirlo, esos miedos, que en ocasiones se pueden ver desde el exterior, que nos permitían ver sus pensamientos (“que hago aquí, espero que nadie me conozca”), pensamientos que en ocasiones nunca desaparecen, persisten en el tiempo. Un pensamiento lógico y respetable, puesto que la mayoría hemos vivido esa primera vez. Otros en cambio, parecían peces dentro de un pequeño charco donde siempre habían nadado, estaban tranquilos, se reían, conocían a más personas del entorno, y simplemente disfrutaban, por el mero hecho de estar en un lugar que para ellos resultaba ser lo más confortable posible, como si se tratara de su hogar.
De repente, y de forma continuada, las personas que habían delante de nosotros comenzaban a desvanecerse por unas escaleras, hacia abajo, al submundo, ¿Qué les iba a esperar aquella noche?, ¿Y a nosotros?, siempre sabes que entras, pero nunca sabes cómo será el transcurro en ese entorno de oscuridad, iluminado por fugaces luces de colores. Dicen que nos da miedo la oscuridad, pero en este submundo, parece ser que la gente prefiere la ausencia de luminosidad en relación a  la tenue oscuridad, ¿Por qué será?, ¿necesitamos desenvolvernos en las sombras por algún motivo?.
Tras haber descendido por las escaleras, entramos expectantes a la sala de la discoteca. Distintas personas se hallaban en aquel lugar, algunos en la barra tomando un par de copas, acariciando su fina capa de cristal, otros bailando descontroladamente, o moviéndose lo mejor que podían, en la pista de baile, mientras sonaba una famosa canción de Alaska; unos pocos compartían en un rincón sus labios y su cuerpo con sus parejas o un simple rollo de los muchos que tenía cada fin de semana. Y luego estaban ellos, “los cazadores”, aquellos individuos que esperaban a su presa observando en la entrada de la discoteca, con una mirada felina, intentando ver hacia que presa se abalanzarían, ¿cuál de ellas cumpliría sus expectativas?. Cuando nos miran algunos de ellos nos sentimos como si fuéramos un trozo de comida, una simple y enorme pieza de carne, ¡qué asco!, ¡soy algo más que eso!, pensamos indignados. A otros les encanta ser mirados de esa forma, atraer, obsesionar la mentalidad de otros, puede que sentirse como un trozo de carne, cubierto de una rica salsa, no sea tan inadecuado de vez en cuando, ¿no?.



Algunos de los cazadores eran discretos, se sabían camuflar perfectamente, sin llamar la atención, como un león en la sabana, acechando a su presa, sin que su víctima pudiera percatarse del peligro, así como de la posibilidad de que alguien le hincara sus dientes, sedientos, como no, de sensualidad, ¿o mejor dicho de sexualidad?. A otros no les importaban camuflarse, te mostraban su intención de cazarte directamente, fijando su mirada penetrante en tus ojos, en tu cuerpo, esperando tus movimientos como presa, necesitando que delatases la intención de dejarte atrapar por sus garras, por tus gestos, por tus ojos, para aproximarse cada vez más hacia ti, o se aproximaban tan rápidamente que daban miedo, ¡apartate!.
A veces los cazadores no se fijan en ti, percatándote de que la caza no te incumbe, siendo ajeno a la misma, aunque en ocasiones desearías ser cazado. En otros momentos, siendo presa intuyes las ganas que tienen de atraparte, el cazador que va detrás de ti, pero intentas esquivar la mirada, porque caer en sus brazos sería un horror, y un gran error para recordar el resto de tu vida, ¡me lio con eso y me muero!, ¡que pare de mirarme!. Lo triste, es que algunos, teniendo esos pensamientos, se dejan atrapar, ¡ten un poquito de dignidad si no te gusta!. Pero a veces eres presa y deseas ser cazado, y por supuesto, deseas al cazador. La mirada del cazador te inactiva, tus ojos le responden, el cazador se siente satisfecho, te gusta, te sientes atraído, y no sabes que hacer, ¿te acercas o esperas a que se acerque?. Da igual, al final os dejáis llevar, intercambias una par de palabras, y ¡zas!, la presa y el cazador se entrelazan, se comienzan a besar efusivamente, la temperatura aumenta, las agujas del reloj se paran, te encantan sus besos, y ¡no puedes parar!. Durante esos momentos no piensas, te dejas llevar por tus manos, sus manos, sus labios, tus labios.. Otras veces, cuando te besas, su olor bucal, da lugar a la necesidad de decir “voy al servicio, ahora vuelvo”, y no volver aparecer mas…
Luego, sin esperarlo ni desearlo, el momento de efusividad se rompe, se acabó la noche, la oscuridad se desvanece, las luces cobran protagonismo en la discoteca, las personas abandonan el lugar estrepitosamente, ¿acaso la luz les asusta?. Algunas almas perdidas vagan sin rumbo, sin saber dónde están, ni a donde van. Tus amigos te esperan fuera, tú sigues junto a tu presa o junto a tu cazador, sin saber que decir, comenzando a brotar fluidamente distintos pensamientos en tu cabeza: ¿le pido el móvil?, ¿me dará un móvil falso?, ¿querrá quedar algún día conmigo?, ¿le he gustado?, ¿le invito a “dormir” a mi casa?, ¿le pido desayunar juntos?, ¿solo busca un rollo de noche o algo más?, ¿me despido con un beso en los labios?, ¿me busco a otro para este noche?, ¿Cómo le digo que se vaya ya?, etc.
Tras esas preguntas, esos pensamientos, se suceden diversas situaciones, a veces conseguimos apuntar el verdadero teléfono y volvemos a quedar, ¡y pensábamos que no era posible!, o bien el cazador evita cogernos el teléfono…., como casi siempre. Otras veces, sin saber cómo, acabas en su casa o en tu casa, viviendo una normal, excelente, o porque no decirlo, pésima noche de sexo, quedando en la incógnita si se repetirá el encuentro. Algunos, en cambio, dan por finalizada la situación de caza, se despiden y escogen caminos separados, pensando mientras caminan quien será la presa de la siguiente noche o puntuando del uno al diez al tío con sus amigos, pero no olvidéis que el cazador también se convierte en presa. Algunos solo han probado estas experiencias pocas veces, otros las reviven cada fin de semana, otros nunca las han vivido, y algunos diréis que mejor no vivirlas, mientras a otros os indigna que en este mundo puedan existir personas que no las hayan vivido, ¡son inolvidables!.
Yo observaba tales situaciones de pie, sobre la acera mojada, mientras los rayos del amanecer reflejaban, sobre las múltiples calles y avenidas, las siluetas de los antiguos edificios de Granada. Durante el abandono de las calles por las personas, atraídas por la serenidad de sus camas, pensaba y consideraba que tales circunstancias las hemos vivido cierto número de personas en menor o mayor parte, pero también existen situaciones muy escasas en las que otros hemos tenido la suerte de haber abandonado el entorno de los colores con alguien especial. A pesar de la realidad existente en el mundo homosexual, que no voy a calificar de procedente, buena o inadecuada, ni de anormal, porque el mundo heterosexual es igual, digan lo que digan, espero que aquellas personas a las que la gente denomina “ilusos”, puedan disfrutar alguna vez de la oportunidad de salir del entorno de los colores cogido de la mano con alguna persona, con esa maravillosa sensación de haber encontrado alguien para ti, alguien especial, y que posteriormente el devenir del tiempo les brinde la posibilidad de comenzar una relación sentimental.
Por último, un simple consejo: si comienzas alguna vez una relación de novios, disfruta el comienzo, déjate llevar, vívelo, acaricia cada momento, conoce a la otra persona, cuídala, respétala, y sobre todo, impregna, cada cierto tiempo, la relación de los ingredientes que personalmente consideres convenientes para que ese estado de enajenación mental transitoria, que todos llaman “enamoramiento”, pueda perdurar eternamente en el tiempo.
¡Un abrazo y suerte a mis queridos ilusos!, ¡no perdáis la esperanza!, porque a veces, aunque no lo creáis, se cumple….

sábado, 20 de agosto de 2011

¿Volver o no volver?, ¿Cómo responder esa pregunta?.




El COMIENZO, esa maravillosa palabra que las personas asimilamos a algo bello, prodigioso y magnifico al principio de toda relación sentimental. Cuando decimos  “el comienzo” tantos hombres como mujeres solemos decir “puffff, el comienzo es una maravilla, luego…, las cosas cambian”, poniendo caras de desilusión o simplemente de convencidos, como si se tratase de una realidad o verdad completamente inalterable por el ser humano. ¿Y porque cambia ese comienzo?, ¿que hace que ese estado de plenitud emocional y pasional baje o descienda tan rápido, como si se tratara de una simple pelota lanzada por unas escaleras, escalón por escalón, hasta tocar suelo, hasta llegar al fondo?.
Algunos decimos que el enamoramiento se desvanece sin más, otros que conocieron de la otra persona facetas negativas que nunca llegaron a descubrir al comienzo, y, como no, ¡no pudieron soportar!, otras personas que la temible rutina puede con su relación sentimental, otros por una infidelidad, de mayor o menor grado, que no pudieron llegar a olvidar, y algunos, por las mentiras, una de las grandes enemigas de una relación, y otros, por la familia de la pareja, ¡inaguantables!. A partir de ese momento, la relación se rompe, o simplemente se deteriora, y nuestra pareja nos pide otra oportunidad, comenzar de cero, ¡Que fácil parece!, ¿No?. Pero yo me pregunto, ¿Tan difícil resulta darle cuerda al reloj de la relación para que sus manitas vuelvan a andar como al comienzo?, ¿Tan grande es la desilusión, la decepción o la desesperanza que no podemos permitirnos comenzar de cero?.
Al hacernos esas preguntas nos encontramos con una balanza, ese aparato, con esa mecánica tan objetiva, que pensamos que nos va a dar la mejor respuesta a nuestro problema: ¿Avanzar o no avanzar?, ¿Damos una oportunidad a lo vivido?. Empezamos rápidamente a pensar, a recordar, a imaginar, a creer, nuestro cerebro empieza a echar chispas, y finalmente elaboramos la lista, esa lista temida por la persona que desea que regreses a sus brazos. ¿Habrá un mayor número de cosas positivas, o el número de cosas o aspectos negativos derrotarán por mayoría el lado positivo de nuestra relación sentimental?. Entonces, cogemos las cosas positivas y las colocamos en un lado de la balanza, y posteriormente, de forma muy cuidadosa, ponemos, sobre el otro lado de la balanza, las cosas negativas, sin mirar, pensando: ¿Qué lado de la balanza se inclinara hacia abajo?
Cuando nos giramos para ver esa balanza imaginaria, en ocasiones  observamos que el platillo de las cosas negativas pesa demasiado, miramos fijamente, y nos resignamos, ¿Para qué volver, si aparentemente está demasiado claro?. Pero ¿porque nunca nos paramos a pensar que hemos llenado la balanza únicamente de aspectos del pasado, y de que a lo mejor, algo positivo tiene para nosotros un mayor valor que todas las cosas negativas del pasado?. ¿Por qué nos centramos siempre en el pasado, cuando es un tiempo verbal más, como el futuro o el presente?, ¿deberíamos sopesar un posible futuro, sin malentendidos, simplemente puro, o eso no es posible?
Enfocar o llenar la balanza de aspectos del futuro posiblemente sea algo difícil, máxime porque del presente, de ese simple tiempo verbal, podemos coger datos y experiencias lo más objetivos posibles de nuestra relación de pareja, sin basarnos en meras expectativas o promesas propias, o manifestadas por la otra persona. La exclusión del futuro, ¿obedece únicamente a que no nos ofrece datos objetivos, o más bien, a los sentimientos de decepción, desilusión o desesperanza, que padecemos y que no hemos podido curar en tan poco tiempo?.  Este método puede adolecer, pues,  de varias deficiencias: centrarnos en el pasado, y otorgar un mayor peso o valor a las cosas negativas.
Puede ser, entonces, que lo más aconsejable sea no utilizar la balanza y dejarla guardada en un armario o cajón, y tras haber curado nuestras heridas, el daño sufrido, volvamos a cogerla, y en ese momento, una vez saneado nuestro frágil corazón, debamos sacar la lista, con aquellos aspectos del pasado, presente y futuro que veamos imprescindibles para responder a la pregunta: ¿Volver o no volver?. Este último método posiblemente sea el más adecuado, pero en las instrucciones aparece una palabra en mayúsculas: ADVERTENCIA.
¿A qué se refiere esa palabra?, ¿Qué nos quiere indicar?. Cuando respondemos a la pregunta, sobre si queremos volver o no, lo más favorable es sanar todas las heridas, y así, haber curado la decepción, la desilusión o la desesperanza, y, de este modo, conseguir que el resultado de la balanza sea lo más puro y exacto posible. Entonces, ¿a qué se refiere esa advertencia cuando este método nos permite obtener el mejor resultado posible?. Esa palabra nos advierte de varios riesgos que debemos afrontar y sopesar si utilizamos el método explicado: el riesgo de olvidarnos de la otra persona y el riesgo de que la otra persona se olvide de nosotros, mientras la balanza permanece guardada en el cajón de nuestra imaginación.
Cada individuo ostenta un tiempo personal para sanear las heridas, pero si el tiempo necesario para reflexionar y curar es bastante amplio, genera ese tipo de riesgos. ¿Seremos capaces de afrontar ese tipo de peligros?, o ¿Será el miedo el que nos precipite a usar la balanza rápidamente?.




sábado, 13 de agosto de 2011

Sota, caballo y rey.

Un día paseando con un par de conocidos, con los que compartía una simple charla y un buen rato, escuche el comentario de uno de ellos, que decía “todos los gays son peluqueros, bailarines o enfermeros”. Después de decir ese comentario, encima en tono peyorativo, se quedó tan tranquilo que me quedé anonadado y  tuve la necesidad de mirarlo fijamente, como diciendo, ¿Qué coño dices?. Vamos, ¡me quedé atónito!, y pensando, como no, la facilidad que tienen algunas personas para hacer generalizaciones sobre el mundo homosexual, algo que deberíamos comenzar a evitar.
Pues bien, si hacemos caso a ese tipo de comentarios, que muchas personas tristemente comparten, las personas homosexuales únicamente nos dedicamos a ofrecer tres tipos servicios en el mundo laboral: peinar, bailar y curar. La verdad, es que trata de servicios muy importantes, gracias a nosotros la gente lleva buenos peinados, van guapos, ¡hacemos milagros!, se entretienen viéndonos bailar, y encima ¡ayudamos a curar y salvar personas!. Pero no…, además de realizar esas profesiones tan importantes, en mayor o menor medida, los homosexuales nos dedicamos a otras profesiones, y no única y exclusivamente a las profesiones estereotipadas creadas por la maldita sociedad. Nuestro cuerpo y nuestra inteligencia nos permiten abarcar otras profesiones, ¡por muy increíble que parezca!.
Es muy injusto que se nos encasille siempre en la realización de determinadas profesiones, como si solamente pudiéramos abarcar las funciones de determinadas piezas de un ajedrez o de ciertas cartas de una baraja española, por el simple hecho de ser homosexuales, ¡POR FAVOR, EVITEMOS EL ENCASILLAMIENTO PROFESIONAL!. Soy gay, ¿y qué?, ¿ello tiene que implicar necesariamente que tenga que ser peluquero o bailarín? ¿Ello supone que en una baraja española solo pueda desempeñar el papel de una sota o caballo?, ¡Nooo!. Ello no implica que en el ajedrez, en el mundo profesional, yo, como homosexual, solo pueda escoger ser un peón, alfil o castillo, puedo ser rey, caballo, y porque no, si quiero, ¡una reina!, ¿Algún problema?. Posiblemente existan muchos peluqueros, enfermeros y bailarines gays u homosexuales, pero lo sentimos… estamos en más partes de la sociedad, ¡somos una plaga! y ¡estamos invadiendo el mundo laboral!.
Para completar la información de aquellas personas que circunscriben a las personas homosexuales en la realización de determinadas profesiones, de aquellos ineptos e ignorantes que se atreven a discriminarnos profesionalmente, y para intentar completar parte de su corta mentalidad, tengo el deber de informar de la existencia de homosexuales que desempeñan las labores de abogados, médicos, ingenieros, camareros, banqueros, arquitectos, jueces, cámaras de televisión, presentadores, comerciales, deportistas, dentistas, transportistas, administrativos, monitores, diseñadores, escaparatistas, gogos, profesores, maestros, dependientes, políticos, camareros, azafatos, médicos, etc., y así podría continuar hasta mencionar todas las profesiones existentes en el mundo laboral. Y si, aunque les resulte extraño, les ofrecemos nuestros servicios profesionales diariamente, en las tiendas, en asesorías, en los colegios educando a sus hijos, en la Administración, en los bancos, etc. Ustedes han sido atendidos, ayudados y socorridos por personas homosexuales en un gran número de ocasiones, otra cosa bien distinta es que se hayan percatado o no de ello, al ser unos pequeños ignorantes, pero esa es la pura realidad. Y, por regla general, solemos ser personas bastante competentes y eficientes, aunque existen excepciones, ¡algo innegable!.
¡Estoy harto!, dejemos de crear estereotipos, abandonemos la costumbre de realizar generalizaciones con tanta facilidad sobre las personas homosexuales, ¡las generalizaciones son falsas!. Y sobre todo, dejemos de ver a los peluqueros, bailarines y enfermeros como personas homosexuales, también hay personas heterosexuales que desempeñan este tipo de labores. No caigamos en la facilidad de encasillar a las personas de una determinada orientación sexual en el desempeño de ciertas profesiones, porque ello implica menospreciar nuestras actitudes y capacidades para realizar y ocupar todo tipo de labores y puestos profesionales.
Pero si todavía no os he convencido sobre lo dicho y comentado, y continuáis manteniendo ese tipo de comentarios, me vais a permitir realizar una generalización, que no resulta ser tan falsa, en comparación con la generalización que ha originado este comentario: ¡SI QUIERES UN BUEN PROFESIONAL, CONTRATA UN HOMOSEXUAL!.




lunes, 8 de agosto de 2011

¡Mama!, ¡mama!, ¡me han salido cuernos!.


Y llego ese momento, una tarde, ya sea fría o calurosa, en cualquier estación del año, donde un pequeño grupo de buenos amigos se reúnen para tomar un café, un té, o porque no, varias copas con la intención de olvidar días pasados o de propiciar momentos divertidos. Algunos de los amigos traen cara de cansados, otros muestran la templanza normal de cada día, algunos llegan eufóricos por reencontrarse de nuevo con los amigos, y uno de ellos…, uno del grupo, aparece completamente acongojado, al parecer atónito o sorprendido por una noticia inesperada. Y de repente, se hace la pregunta ansiada y esperada para poder contestar: ¿Estas bien?, ¿Te ha pasado algo?.
Si ¡Como no te va a pasar algo! ¡Te han puesto los cuernos!. Tras producirse esa pregunta las respuestas se suceden de diversa forma y con distinta actitud por el afectado, y ello porque esa respuesta depende de las circunstancias en las que se haya desarrollado, como no, el suceder del repentino acontecimiento. Algunos empiezan a llorar desconsoladamente, de tal manera, que ni siquiera pueden abrir la boca para expresarse adecuadamente, viendo como las lágrimas caen gota por gota, mientras los amigos decimos “no pasa nada, tranquilízate, cálmate”. Otros, muestran cara de “ya lo suponía” o simplemente de “ya me lo esperaba”, porque como sabía todo el grupo, el novio o la novia no era de fiar…. Por lo menos la sorpresa no fue tan grande, se le vieron las orejas al lobo con anterioridad. Y por último, están aquellos que tienen cara de haber visto un fantasma, ¡como se lo van a creer!, los pobres no han tenido tiempo suficiente para asimilar la noticia, y normal, cuando ellos mismos decían ¡era imposible, me quería con locura!.
La conclusión es simple, sí, sea como sea, nos han puesto los cuernos. Intentamos ver que los cuernos son pequeños, mirándonos al espejo y limándolos para que no crezcan más, aunque algunos son tan grandes, que por mucho que los escondamos, no van a llegar a desaparecer por mucho tiempo. Algunos cuernos son tan pequeños que sopesamos la opción de perdonar, pero a pesar de esa corta longitud, ¿seriamos capaces de continuar como si no hubiera pasado nada?, ¿O esos pequeños cuernos van a ser un obstáculo siempre en nuestra relación?. Luego nos sentimos estúpidos, mentecatos por haber creído en la palabra de una persona que nos había jurado fidelidad, o simplemente, nos había transmitido su intención de sernos fiel. ¡Qué valor más bonito!, lo que sucede es que algunos conocen la teoría, pero luego los conocimientos teóricos no los ponen en práctica. Posiblemente, se les olvido a los infieles haber realizado el cuaderno de ejercicios prácticos “Como ser fiel a tu pareja”, que seguramente lo estarían usando de cuña debajo de su destartalada mesita de noche, es decir, de su fácil corazón.
¿Por qué a mí?, ¿Qué ha pasado para que me pueda ocurrir esto?. Generalmente nos hacemos estas preguntas, y con frecuencia formulamos diversas respuestas: ya no le gusto físicamente, la rutina ha provocado esta situación, ya no siente nada por mí, la distancia ha podido con nosotros, ya no me soporta, solo se deja llevar por el sexo, quiere buscar nuevas experiencias, ha encontrado a otra persona,  etc. ¿esa tortura es necesaria?, ¿O es más favorable no buscar o indagar en la causa del conflicto?. Algunos necesitamos una respuesta, y así hallar la tranquilidad. El descubrimiento de la verdad nos lleva a un estado de calma, aunque a veces la respuesta puede provocar un mayor estado de dolor. Intentar destapar mentiras supone jugar con una bomba de relojería, ¿Podremos jugar sin morir en el intento?. Para otros esa búsqueda es bastante dolorosa, y optan por no indagar, evitando un constante sufrimiento. Posiblemente el refrán “ojos que no ven, corazón que no siente” sea bastante certero y la opción más aconsejable. ¿Qué hago?, ¿indago o no indago?, simplemente haz lo que tu necesites, y no lo que los demás te aconsejen. Escucha tus necesidades.
Algunos de los infieles suelen decir ¡yo no quería, ha sido un simple desliz!; otros se escudan en el alcohol, como si fuera una eximente o atenuante de la culpabilidad o infidelidad, ¡había bebido mucho, perdóname!; otros son capaces de guardarte la mentira eternamente; y otros, muy pocos por cierto, te reconocen que querían, eran conscientes y encima que la OTRA persona les gusta. Sea como sea, se han equivocado y a través de sus actos nos han hecho daño. ¿Tan difícil les resulta ser sinceros y respetar a su pareja?, ¿Tan complicado resulta entender la palabra fidelidad?, ¿tan fácil resulta romper una relación sentimental por un simple desliz?, y ¿tan fácil es olvidarse de tu pareja por un momento?.
Bueno, la ornamenta la llevamos encima, pero no es necesario preocuparse, el sufrimiento derivado de los cuernos desaparece cuando nosotros lo deseemos. Al principio el olvido del acontecimiento es muy complicado, pero el tiempo permite que los cuernos vayan desapareciendo, permitiendo que los recordemos como una simple o mera anécdota. Si no os han respetado, ¡allá ellos!, ¡ellos se lo pierden!, no suframos por una persona que no nos ha respetado lo más mínimo, ¡no merece la pena!. Exacto, debemos seguir hacia adelante, ¡por nosotros mismos! y coger una nota para escribir “NO PERDERÉ NUNCA MI ILUSIÓN POR EL AMOR. SERÉ CAPAZ DE AMAR Y CONFIAR”. Ponla en un possit en el frigorífico, ¡Para que no se te olvide!. Siempre se aprende de las malas experiencias.