Mientras mis amigas comentaban sus hazañas y
problemas de amoríos, me encontraba tumbado en el banco del parque escuchando
sus incesantes palabras. Se podía escuchar el sonido de algunos pájaros, y como
no, el despampanante y continuo ruido de los vehículos a motor. Enfrente del
banco dos mujeres, de unos treinta años aproximadamente, estaban comentando una
novedosa situación que se había producido en su barrio. Al parecer algo inédito.
No pude eludir dicha conversación dado el elevado tono de voz empleado por las mujeres.
El dialogo se desarrolló de la siguiente manera:
- Maruja 1: Nena, ¿te has enterado de lo que ha pasado en el barrio?
- Maruja 2: No, ¿Qué ha pasado?
- Maruja 1: ¿tú sabes quién es el hijo de la Paqui?, ese que es muy callado, que jugaba con nuestras niñas de pequeño, ¿Sabes quién te digo?
- Maruja 2: ¡A si!, ya sé quien me dices, ¿Qué pasa?
- Maruja 1: El otro día pasó por el barrio con su chorbo.
- Maruja 2: ¿Con su chorbo?
- Maruja 1: Si vamos con su novio, que el niño es maricón.
- Maruja 2: ¿En serio?, vamos que ha SALIDO DEL ARMARIO por todo lo alto, ¿no?
- Maruja 1: Nadie se lo esperaba. A la Paqui le ha tenido que dar algo, y al marido no te digo ya… Que sofocos les habrá dado a la madre y a su familia.
- Maruja 2: Déjalo, ¡el chaval tiene que hacer su vida!, hace bien el muchacho mujer.
- Maruja 1: No sé qué decirte…
¿Cuántas veces hemos oído la moderna expresión “salir del armario”?. Tal expresión, de
uso recientemente moderno, y que tiene su origen en la frase americana “coming out of the closet”, se ha
extendido por el lenguaje coloquial de nuestra sociedad. Cada vez que una
persona homosexual o bisexual hace pública su orientación sexual empleamos tal
conjunto de palabras. Al parecer el homosexual, con tal expresión, se despoja
de la prisión de madera, que le impedía disfrutar de su condición sexual, para
obrar con libertad en su vida personal. Se ocultaba la homosexualidad como algo
avergonzante que debía ser escondido frente a la sociedad y las familias. ¿Pero
todos los homosexuales permanecen dentro del armario por vergüenza?, ¿Existen
otros motivos?, ¿Todos permanecen en el armario de la misma manera?, ¿existe
una vinculación con el armario del mismo grado?
Somos
muchos los que hemos vivido dentro de un armario durante bastante tiempo, compartiendo
nuestro espacio con meras polillas. Algunos lo seguimos haciendo en ocasiones, otros
no han tenido la necesidad de utilizar ese pequeño espacio de madera, y unos
pocos han visto pasar su vida encerrados entre las distintas baldas de madera. Podemos
distinguir, por lo tanto, distintas situaciones o “grados de vinculación con el armario”:
- Grado 1: Aquellos que niegan su condición, la ocultan externamente. No se aceptan internamente.
- Grado 2: Aquellos que practican y disfrutan de su condición sexual, manteniendo una vida heterosexual paralela. Aceptan su condición, pero la niegan externamente.
- Grado 3: Aquellos que desarrollan su vida homosexual de forma discreta, conociendo su situación un pequeño entorno familiar y de amistad. Aceptan su condición interna y externamente, pero ésta última, de una forma no plena.
- Grado 4: Aquellos que desarrollan su vida homosexual de forma plena, no negando su situación ante la familia, amistades y entorno social y laboral.
Como
podemos observar, del grado 1, que implica una vinculación total con el
armario, se puede pasar al grado 4, que implica una desvinculación total del
susodicho mueble. No obstante, de un primer a cuarto grado no se pasa tan
ligeramente como algunos piensan... La vivencia de dicha situación nos permite
a muchos entender la situación desde una mejor perspectiva, pero algunos
carecen de comprensión.... Muchos homosexuales y heterosexuales han criticado
de forma incesante a aquellos otros que permanecían y permanecen dentro de la
caja de madera, se han utilizado y se utilizan palabras como “armarizado” o “cobarde”, por ejemplo. ¿Por qué tenemos la necesidad de hacer
sufrir a esas personas?, ¿Por qué no somos capaces de entender la situación de
cada uno? Nosotros mismos, habiendo vivido y sufrido esa situación, fomentamos
la decadencia de otros homosexuales que permanecen y quieren permanecer dentro
del armario por circunstancias personales. No están preparados para ello.
En
ocasiones no es la vergüenza lo que impide salir del armario. Una persona puede
estar satisfecha con su homosexualidad o bisexualidad y no hacer pública su
condición sexual por diversas razones: por su familia, por razones laborales o
profesionales, para evitar los cuchicheos incesantes de la sociedad, etc. Son
razones entendibles y respetables. No es lo mismo estar “armarizado” como dicen algunos, que ser discretos con nuestras
vidas para evitar situaciones incomodas, que pueden afectarnos no solo a
nosotros, sino a nuestras familias. No se puede empujar ni obligar a una
persona homosexual a salir de su prisión, cada persona necesita un tiempo de
asimilación, de aceptación, completamente distinto. Cada individuo ostenta y
tiene un desarrollo personal distinto y diferente a los demás. Si conocemos a
personas que se encuentren en dicha situación, fomentemos el apoyo y la ayuda,
no su apartamiento y el desprecio. Cada pájaro debe abandonar la jaula cuando
se sienta realmente preparado. No importa si se sale antes o mas tarde del
armario, lo importante es salir estando preparados para ello, es decir, SALIR
DEL ARMARIO CON PLENA LIBERTAD.
Sea
cual sea la situación vivida y que vive cada uno, hay una cosa bastante cierta:
“Cada persona homosexual vive alrededor
de ciertas circunstancias externas y cada persona homosexual afronta las cosas
de distinta manera. Cada opción, cada situación es respetable. Nadie puede ser
obligado, menospreciado o tratado con desprecio por permanecer dentro del
armario, en todo caso, apoyado o ayudado para afrontar esa situación, si lo
desea, claro está.”