Quien no ha escuchado nunca la angustiosa frase de un amigo o amiga que al quedar con vosotros os dice: “¡NO ME HA LLAMADO, NO ME HA CONTESTADO NINGUN MENSAJE!, ¿TE LO PUEDES CREER? Algunos, después de comentar esa frase, lloran desconsoladamente, algunos piensan, otra vez más…, y otros están tan acostumbrados que ya ni sienten ni padecen, o al menos eso parece… Contemplas la cara de tu amigo o amiga, y observas detenidamente su rostro, ese rostro marchitado, desconsolado. Ves decepción, desilusión, en ocasiones, tristeza, incógnita, frustración, rencor, otras veces desesperación, etc. Cuantos sentimientos pueden irradiar de nuestro corazón, ¡qué barbaridad!. Múltiples sentimientos o estados de ánimos, todos ellos provocados por un simple acto: No habernos contestado una persona, no haberse comunicado simplemente con nosotros. ¿Tanto puede llegar a afectarnos ese tipo de actos, o mejor dicho, esa pasividad por otra persona en la que depositábamos cierta ilusión?, ¿Tanto nos duele que una persona desista en su proceder de conocernos?. De repente piensas, ¡otra víctima más de un desistimiento emocional tácito!… Joder… Podríamos montar una Asociación de Víctimas por Desistimientos Emocionales Tácitos, llamada AVDET, tendría muchos fondos por el número de miembros…, psicólogos a nuestra disposición… ¡Vamos a crear una!, ¿No os parece buena idea?, además, parece ser que este tipo de desistimiento está de moda…
Bueno, bromas aparte, somos víctimas, somos víctimas de gente cobarde, ¿y qué más da reconocerlo?, no nos importa demostrar que emocionalmente esa actitud por otras personas nos duele. Si esa pasividad, si el hecho de que una persona desista tácitamente de conocernos, sin dar explicación, sin decir porque, nos afecta, nos duele, es por un motivo muy simple: habíamos depositado ilusión en esa persona, y esa ilusión se ha roto, se ha desvanecido, de golpe y porrazo, como un vaso de cristal precipitándose hacia el suelo. Somos personas y sentimos, y no debemos arrepentirnos de ello, sentir es una de las cualidades más bellas que se le ha podido ofrecer al ser humano.
Este tipo de desistimiento tácito puede producirse después de múltiples y distintas situaciones, como sabemos algunos desgraciadamente, y mejor que no se produzca nunca más…o ¿mejor ilusionarnos y volver a caer?: La primera de ellas puede ocurrir cuando quedas con alguien, que no conoces, claro está, y ese momento transcurre genialmente, pero después intentas quedar otra vez y ¡parece que se lo comió la tierra!, íntegramente ¡ñam ñam!, ¿tan feos somos?...; la segunda cuando llevas quedando varios días con una persona, ves interés, vais de un sitio a otro, y zas, de forma repentina, ni te llama ni te contesta los mensajes, ¡ni te habla por las distintas redes sociales!, ¡será cabrón!: la tercera, cuando ves que esa persona te responde, os liais, hay cama de por medio…, disfrutáis al máximo, ilusión por una pareja o simplemente por tener lo que llaman un “follamigo especial”, pero también llega un momento en el que deja de llamarte…, ¿Por qué será?, nos preguntamos muchas veces; y por último, cuando estas compartiendo parte de tu vida con una persona, como si fuerais pareja, y sin saber porque, sin explicación alguna, decide romper esa situación, sin decirte nada ¡será cobarde!. Bueno, aunque sea triste, como podemos observar, las situaciones son múltiples, los desestimientos tácitos pueden aparecer en cualquier momento, en cualquier fase de una relación…, pero ¿estamos preparados?.
Conocemos a esa persona, hablamos, sentimos que congeniamos, quedamos, y luego esa persona desaparece, y aparecen en nuestra mente esas malditas preguntas, cuyas respuestas nunca averiguamos, y permanecen en blanco eternamente, o las hayamos con el paso de un largo periodo de tiempo, después de haber vivido sin respuesta, con ese silencio que nos ha matado interiormente: ¿POR QUÉ NO QUIERE CONOCERME?, ¿EN QUE HE FALLADO?, ¿Por qué ME HA DEJADO DE ESTA MANERA?, ¿ME LO MEREZCO? Empiezas a observarte, a intentar sacar conclusiones, contemplas tu físico, analizas tu forma de ser, tu propia personalidad, intentado hallar que falla, que pieza no ha encajado para que la relación obtenga frutos y persista hacia adelante. Algunos nos empeñamos en hallar esas respuestas, otros desistimos, no podemos aguantar con esa lucha interna, es superior a nuestras fuerzas, y de golpe, nuestra autoestima desciende múltiples escalones, nuestros ánimos descienden estrepitosamente. Aunque no deberíamos analizarnos personalmente, porque debemos valorarnos tal y como somos, ¿Existe alguna herramienta para evitar esas consecuencias?
Posiblemente exista una herramienta que al menos va a evitar que las victimas nos formulemos parte de esas preguntas, y consecuentemente evitar cierto tiempo de incógnitas e interrogantes: LA SINCERIDAD DE LA OTRA PERSONA. ¿Tanto nos cuesta a las personas decir o explicar porque no nos gusta la otra persona?, ¿Tan difícil resulta decir que no queremos continuar conociéndola?, ¿Tan complicado es ser sincero?, ¿Tanto esfuerzo físico o económico cuesta mandar un simple mensaje de móvil o contestar por internet, dando una explicación? Al menos a través de la sinceridad los autores de los desistimientos tácitos podéis hacer disminuir considerablemente ese estado de búsqueda continua de respuestas en la otra persona, aunque la respuesta no nos llegue a gustar, y ¡claro que no nos va a gustar!, pero necesitamos una explicación.
Nadie está obligado a conocer a nadie, nadie está condicionado a estar de forma imperativa con una persona, nadie tiene que conocer a otra persona si no lo desea, debemos partir de estas premisas tan básicas. Pueden existir múltiples motivos para no querer seguir conociendo a una persona, entre otros, que no te haya llenado personalmente, que no te atraiga físicamente, que hayas perdido la ilusión, que tengas problemas personales, internos o externos, etc.. Entonces existe una razón, unos motivos, que no son necesarios explicar detenidamente, pero somos personas, y el mero y simple hecho de haberse conocido creo que exige un mínimo de cordialidad, ¿Tan difícil es decir, no tengo intención de seguir conociéndote?. En ocasiones una simple respuesta puede resultar suficiente.
Si alguna vez tenéis claro que la otra persona tiene ilusión en conoceros, y vosotros, por algún motivo, queréis desistir en continuar conociéndola, desarrollad vuestra empatía, y esforzaros por intentar contemplar lo que va a sentir esa persona si vais a ignorarla o no contestarla, los sentimientos que puede provocar en ella, las preguntas que se va a hacer, las respuestas que no va a hallar nunca. No debe resultar difícil practicar la sinceridad, debería ser una virtud, no un defecto, y las víctimas apreciaremos al menos esa sinceridad, aunque la respuesta no sea muy gratificante. Yo practique esa virtud, la sinceridad, en vez de desistir tácitamente, y me lo agradecieron. Evitareis un daño innecesario, desarrollareis la empatía, y sobre todo, y lo más importante para los autores de los desistimientos tácitos, para esa persona habréis sido sinceros, y aunque al principio no lo agradezcan, con el paso del tiempo, se agradece, e impediréis que esa persona se lleve en su pensamiento una mala imagen de vosotros.
Algunos lectores, podréis pensar que es algo estúpido sufrir por este tipo de situaciones. Si tenéis ese pensamiento puede ser por varias razones: Nunca nadie ha desistido en conoceros, suerte que tenéis, o simplemente, nunca os habéis ilusionado en conocer a alguien. En caso de que la causa sea esta última, lo estúpido es vivir sin haber sentido ninguna vez lo que provoca la ilusión. Incluso algunas personas se mofan de aquellos que sufren por la desilusión, por la decepción, cuando viven un desistimiento tácito. Para los que piensan eso, ¿sabéis lo que os digo?, que ojala os ilusionéis, desistan en conoceros, y sufráis, y así aprendáis de que situaciones no os tenéis que mofar. Es cierto que todo tiene un cierto grado de gravedad, y que nuestros sentimientos deben ser proporcionales a la situación vivida, al acontecimiento emocional, pero cuando hablamos de emociones, ¿Quién es capaz de medir los sentimientos?, ¿Quién es capaz de determinar cuál es el grado de emoción para cada situación?
En cuanto a la pregunta de si estamos preparados, pregunta que os hacia al principio del comentario, y teniendo en cuenta de que los desistimientos tácitos seguirán existiendo…., la mayoría de las veces no estamos preparados para abordar ese tipo de silencio, la ilusión nos ciega, no nos permite ver ningún atisbo de oscuridad, ninguna posibilidad de destrucción. Nos dejamos llevar por la ilusión, y es bello, nos gusta, pero no somos realistas, no pensamos que esa persona pueda desistir, pero a lo mejor ese pensamiento es provocado porque la otra persona no nos demuestra, en principio, lo contrario. Para no sufrir ante este tipo de situaciones, ¿Qué airbag podemos utilizar para proteger nuestro frágil corazón?, ¿Es mejor ser un iluso o ser realista?, pero si somos realistas, ¿sentiríamos la ilusión en su estado de mayor esplendor?, ¿Sentiríamos la ilusión o la perderíamos para siempre? Es decir, ¿ES MAS CONVENIENTE SER REALISTA Y NO SUFRIR, O SER ILUSO CON POSIBILIDADES DE SUFRIR?. Toda opción tiene sus ventajas e inconvenientes, hay que tener mucho cuidado. Si escogemos ser realistas, podemos perder la ilusión para siempre, y una vida sin ilusión no es vida. Si escogemos ser ilusos, ilusionistas, puede provocarnos sufrir en un gran número de ocasiones. ¿Deberíamos hallar el equilibrio o no es posible?, y si no es posible, ¿Qué opción escogerías tú?, ser realista… o ser un iluso en el amor…